Sagrado Corazón de Jesús

DEVOCIÓN AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

“CUIDA TÚ DE MI HONRA Y DE MIS COSAS QUE MI CORAZÓN CUIDARÁ DE TI Y DE LAS TUYAS”

1º. Ofréceme todas tus cosas, no con el fin de que Yo las arregle a tu gusto, sino para que las arregle según me parezca a Mí. Debes ofrecer:
·         Alma: El pecado te hace enemigo formal mío. Confiésate y comulga con mucha frecuencia. Todas las amarguras de las personas que no pecan gravemente nacen de que buscan más su gloria que la mía. Debo buscar el bien y la virtud, no por mí, sino por amor a Dios.
·         Cuerpo: La enfermedad y el remedio vendrán principalmente de Mí. Cuida tu salud y tu vida, pero ponlas en mis manos,
·         Familia: A veces dicen que no quieren ver sufrir a la persona que más aman, piensan que ofreciéndola a Mí sufrirán mucho; cuán equivocados están.
·         Bienes de fortuna: Debes cuidar de ellos, es tu obligación, haz lo posible para que tengan un feliz éxito, pero el resultado resérvamelo a Mí.
·         Bienes espirituales: Las acciones buenas que hagas y los sufragios que después de tu muerte se ofrezcan por ti, ofrécemelos enteramente a Mí.
“Cuanto más pienses tú en Mí, más pensaré Yo en ti.”

2º. Mis intereses no son otros que las almas. Quiero establecer el imperio de mi amor en todos los corazones. Necesito apóstoles, sé tú uno de ellos. Maneras de apostolado:
·         La oración: Pide al Padre, a Mí, a mi Madre, a los Santos, pide en todo momento que Yo reine. [1]
·         El sacrificio: Hay dos tipos, el pasivo, soportando las molestias disgustos, malos ratos… en silencio, con paciencia y alegría. También está el sufrimiento activo, si tienes deseo o gusto por algo, no lo hagas, si te inculpan una cosa que no has hecho y no sigue gran perjuicio de callar, cállate. Puedes pasar a penitencias mayores. Ofrécelo todo para que Yo reine.
·         Ocupaciones diarias: Mientras te ocupas de tus deberes, procura pensar en Mí y hacerlo todo bien por Mí. Debes ser más santo así me servirás mejor.
·         La propaganda: Recomendar tal o cual práctica a las personas de tu alrededor. Si tienes dificultad en hablar, un folleto no la tiene.
Si no luchas no será por falta de armas. Toma el ejemplo del girasol que mira siempre al Sol, haz tú lo mismo Conmigo.

Dos cosas hace el amor: procurar todo el bien de que carezca a quien se ama y librarle del mal que sobre él pesare. La primera la haces con lo que te he pedido antes, la segunda te pido que la hagas por librarme del mal y lavar mi honor. Simplemente has de ofrecer las mismas oraciones, sacrificios, acciones de cada día y propaganda en reparación por todos los pecados. [2], [3]
Escoge un día de fiesta, el primero que ahora llegue; te vas preparando con lectura reposada de las ideas anteriores; llegado el día te confiesas y comulgas con fervor y entonces haz la Consagración personal al Corazón de Jesús. Recuerda renovarla cada día así no la abandonarás.
Por último dos consejos te doy: el primero es que procures no olvidarme en el Sagrario, me agrada el culto a mi imagen, pero vale más mi persona que mi imagen. El segundo es que procures tener un rato al día para leer y meditar cosas de mi Corazón; de este modo irás poco a poco abriendo la concha en que se guarda la perla de esta Devoción divina.

Jaculatorias útiles:
·  [1]  ¡Que reines!, Corazón Divino.
· [2] ¡Que reines, perdónanos nuestras deudas!
· [3] Porque reines, y por los que te ofendemos.

CONSAGRACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS   
¡Sacratísima Reina de los cielos y Madre mía amabilísima! Yo (N.N.), aunque lleno de miserias y ruindades, alentado sin embargo con la invitación benigna del Corazón de Jesús, deseo consagrarme a Él; pero, conociendo bien mi indignidad e inconstancia, no quisiera ofrecer nada sino por tus maternales manos, y confiando a tus cuidados el hacerme cumplir bien todas mis resoluciones.
Corazón dulcísimo de Jesús, Rey de bondad y de amor, gustoso y agradecido acepto con toda la decisión de mi alma ese suavísimo pacto de cuidar Tú de mí y yo de Ti, aunque demasiado sabes que vas a salir perdiendo. Lo mío quiero que sea tuyo; todo lo pongo en tus manos bondadosas: mi alma, salvación eterna, libertad, progreso interior, miserias; mi cuerpo, vida y salud; todo lo poquito bueno que yo haga o por mi ofrecieren otros en vida o después de muerto, por si algo puede servirte; mi familia, haberes, negocios, ocupaciones, etc., para que, si bien deseo hacer en cada una de estas cosas cuanto en mi mano estuviere, sin embargo, seas Tú el Rey que haga y deshaga a su gusto, pues yo estaré muy conforme, aunque me cueste, con lo que disponga siempre ese Corazón amante que busca en todo mi bien.
Quiero en cambio, Corazón amabilísimo, que la vida que me reste no sea una vida baldía; quiero hacer algo, más bien quisiera hacer mucho, porque reines en el mundo; quiero con oración larga o jaculatorias breves, con las acciones del día, con mis penas aceptadas, con mis vencimientos chicos, y en fin, con la propaganda no estar a ser posible, ni un momento sin hacer algo por Ti. Haz que todo lleve el sello de tu reinado divino y de tu reparación hasta mi postrer aliento, que ¡ojalá! sea el broche de oro, el acto de caridad que cierre toda una vida de apóstol fervorosísimo.
Amén.