Biotecnología y Bioética


La biotecnología es una rama de la biología que actualmente nos brinda muchos avances que en el siglo pasado se veían como imposibles, como lo son la clonación vegetal, animal y humana, también es una gran avance la transgénesis, con la que podemos modificar genéticamente los productos que queramos para obtener su máximo beneficio, y muchos más avances que han sido posibles en gran parte gracias al famoso Proyecto Genoma Humano (PGH) que ha realizado un esquema de los cromosomas del ser humano con toda su secuencia genética. Esto ha permitido a los científicos localizar los genes en los cromosomas que sinteticen las proteínas que desean.

Lo cierto es que la metafísica es totalmente actual porque avanza cuanto avance la ciencia, porque siempre los nuevos descubrimientos generan preguntas profundas sobre la ordenación de estos descubrimientos y sobre si es ético o no. En este caso, la biotecnología ha hecho surgir rápidamente reproches de la bioética, al ser aquella inmoral y una cierta ofensa al catolicismo.

La bioética no atañe solo a la moral religiosa sino a la fe: la existencia de Dios, Creador de las cosas y del alma.

La ciencia excluye la necesidad de reconocer a Dios como Creador de las cosas, y la tecnología suplanta la acción creadora.

La mayor parte de la ciencia actual tiene una finalidad ideológica ya que el proceso entero de la investigación actual, y la mayor parte de la investigación en otros campos (arqueología, astronomía, biotecnología…), está caracterizado por un fin opuesto a la cosmovisión seriamente religiosa y teísta. Hay una intención, cuyo presunto logro sería la comprobación del ateísmo y lo que es su complemento en el campo de la religión: la “tecnolatría”.

Que las tendencias en la investigación científico-tecnológica actuales son ideológicas, se manifiesta en una nueva caracterización de sus motivaciones teoréticas. El hecho de que la motivación por el que el desarrollo positivo científico se recomendó a si mismo sobre las masas no fue teorético, sino mas bien en el beneficio logrado en el campo de la aplicación práctica. Sin embargo la aplicación científica nunca se agotó en ella siendo lo primordial por naturaleza la motivación teorética. La distinción y limite entre ambas dimensiones del conocimiento (teorético y práctico) ha quedado desdibujada a instancias del positivismo agnóstico: ausente el reconocimiento de esencias objetivas a conocer, la ciencia positiva paso a ser valorada por sus resultados prácticos. Hay una  primacía conseguida por la provocación de la naturaleza (experimentación) sobre la pasiva observación de la misma. Entonces la diferencia entre el conocer y el hacer terminó de desdibujarse, lo cual aparece recogido en el lenguaje común, que normalmente identifica ciencia (saber/conocer) con tecnología (aplicación práctica).

La actividad científica no puede desmentir su esencia, y la motivación teórico-cognoscitiva se había de mantener mediante un afán teorético que es solo mera curiosidad. La experimentación científica prueba a la naturaleza, la provoca, para ver hasta dónde llega una inventiva humana que, por otra parte, ya ha asimilado inconscientemente “descubrimiento” con “invención”. La ciencia actual, penetrando en los resortes más íntimos de la naturaleza, los altera en actitud creadora.

Los creyentes tienen una actitud que siendo preventiva y condenatoria frente a las manipulaciones genéticas que afectan al hombre, se muestra tolerante para con esas mismas prácticas en cuanto el orden de la naturaleza infrahumana: “Ningún impedimento moral existe para que la moderna biotecnología se aplique a animales y vegetales… pero con el hombre no”. Con orientaciones tranquilizadoras (“no es para tanto”, “la ingeniería genética no puede crear”, “la clonación, mientras no toque a la persona humana, no es inmoral”…), lejos de contribuir con ello a la mantención de la fe de los cristiano, ha contribuido a debilitarla.
Hay muchas respuestas de católicas que son superficiales dispuestas a reconocer una total libertad de investigación mientras ello no toque al hombre. Estas posturas parecen derivar hacia un antropocentrismo, porque no es el hombre el único fruto de la creación de Dios (aunque sí el más importante).

Vulnerar el orden de la creación de Dios significa un soberbio desafío hacia su Omnipotencia y perturbando un orden mucho más profundo que el que rige extrínsecamente entre los seres naturales: es el orden intrínseco de cada uno de ellos: los sutilísimos mecanismos que comandan la auto-identidad y la preservación de las especies. Pretendiendo alterar el orden de la naturaleza y los atributos propios de cada ente mezclando artificialmente cualidades de una especie con otra.

El escándalo para la verdadera fe es que la ciencia se adjudique una capacidad creadora y una condición divina, y lo peor es que cree haberla adquirido, pero como crear implica que sea de la nada, es imposible que el hombre llegue a hacerlo, siempre lo hace a partir de algo ya existente (“invento-creación”).

Con esto pretendo advertir a los católicos para que no se queden con una respuesta superficial y propia de blandos, y dar una visión de la ciencia que a menudo se nos pasa por alto.

Por último no tengo más que reconocer que la biotecnología es un gran avance en la ciencia y que el problema ético de las células madre parece que va a ser solucionado por el japonés Yamanaka con las células IPS, pero no hay que perder de vista nunca los límites de la ciencia y los problemas éticos fundamentales, no solo los que nos quieren vender.

Fuente bibliográfica: "Sobre Clonación y Transgenia"